Muchos son los consejos que nos dan desde pequeños que nos instan a prepararnos intelectualmente para tener mayores oportunidades de conseguir buenos trabajos y por consiguiente buenos ingresos, pero como dije anteriormente en este post nos preparan para seguir a otros o para depender de otros, rara vez nos enseñan a ser los líderes o en vez de trabajar, a poner a otros a trabajar para nosotros (aunque suene descabellado). Y es que en el mundo de la preparación cabe aquello de que *para que la cruz llegue a mi casa, que vaya mejor a la del vecino*. Siendo la cruz el signo de la mediocridad y del conformismo. Por eso es que cuando surge un líder todos a su alrededor no pueden hacer otra cosa que seguirlo o sentarse a mirar el paso del triunfador.
Es clásico ver personas laborando para alguna empresa en un cargo “x” si alguien le aborda y le pregunta: ¿Por qué haces ese trabajo de esa manera? Las respuestas más comunes son:
Porque así me lo enseñaron.
Porque así se ha hecho siempre.
Sin embargo, en el 80% de los casos, esa tarea puede realizarse de una mejor y más eficiente manera, pero el sujeto está concentrado en que debe continuar haciendo las cosas de la misma forma que “siempre” por que como la gran mayoría se siente “cómodo” con lo habitual y se resiste al cambio.
La invitación es para que dejemos de lado estos pensamientos y actitudes, pensemos en cómo es posible hacer las cosas mejores. Si te contratan en una empresa para hacer un trabajo “x” trata de inspeccionar todas las posibles formas de hacer ese trabajo con mayor eficiencia y más aún cuando te das cuenta de que la manera en que haces el trabajo está sospechosa o sea que intuyes y piensas “debe haber otra manera de hacer esto”.
Por supuesto que este tipo de actitudes no te garantizan una mejor posición o mejores ingresos si las encausas de manera errada, debes estudiar el trabajo que haces y determinar si es eso lo que quieres hacer el resto de tu vida. Prepárate, estudia, supérate, si bien es cierto que no todos nacimos para ser líderes, no es menos cierto que si nos estudiamos a nosotros mismos nunca sabremos cuál es nuestro papel en el tren de la vida, y claro, lo más probable es que nos encontremos en el papel equivocado.
Hasta otra entrega.
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